Convento e Iglesia de Santa Teresa: Patrimonio Cultural de Salvador de Bahía.

El convento y la iglesia de Santa Teresa, situados en Salvador de Bahía, han sido declarados patrimonio cultural.

En 1665 se fundó en Bahía un convento de carmelitas descalzas, obra de fray José do Espírito Santo. Este convento se construyó en el emplazamiento de una pequeña iglesia dedicada a Santa Teresa, inaugurada en 1686 y terminada en 1697.

El convento está construido en torno a un claustro cuadrado, en el que la iglesia sobresale de uno de los lados, ocupando así una posición destacada dentro del conjunto.

La iglesia tiene una planta típica de los edificios jesuitas romanos, con crucero y nave de igual altura, cúpula en la intersección y capillas intercomunicadas. El diseño de la iglesia, atribuido a fray Macário de São João, incluye una galilea con tres arcos, típica de los edificios benedictinos y franciscanos.

La fachada, de líneas clásicas, se inspira en el modelo romano de Vignola, por lo que constituye un caso único de este tipo de composición antes de finales del siglo XVII en Brasil. La fidelidad a esta tipología supuso la sustitución de la torre por un chapitel montado en el muro lateral de la nave. En 1837, el Seminario Arzobispal se instaló en el Convento de Santa Teresa. El actual altar mayor de plata procede de la antigua catedral, demolida en 1933.

El edificio alberga el Museo de Arte Sacro, mantenido por la Universidad Federal de Bahía, que cuenta con una colección de cerca de 1400 piezas, entre las que se encuentran imágenes de madera y terracota, esculturas, pinturas, paneles de azulejos, platería y muebles que datan de los siglos XVI al XIX. El Museo de Arte Sacro de la UFBa se instaló en 1959 y se considera la mayor colección de arte sacro del país.

Ubicación: Rua do Sodré, n.º 25, Pelourinho, Salvador (Bahía).

Convento e iglesia de Santa Teresa y Museo de Arte Sacro de la UFBa.

El Convento y la Iglesia de Santa Teresa, así como el Museo de Arte Sacro de la UFBa, se encuentran en el mismo complejo, pero son entidades separadas. El Convento de Santa Teresa fue fundado en el siglo XVII y es un importante edificio religioso, mientras que la Iglesia de Santa Teresa está adosada a él. El Museo de Arte Sacro de la Universidad Federal de Bahía (UFBa) ocupa parte del antiguo convento y alberga una importante colección de arte sacro, que incluye pinturas, esculturas y objetos litúrgicos.

Por lo tanto, aunque ambos se encuentran en el mismo edificio y tienen una rica historia en común, cumplen funciones diferentes: uno como lugar de culto y el otro como espacio destinado a la preservación y exposición de arte sacro.

Vídeo sobre la historia del convento y la iglesia de Santa Teresa.

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História do Convento e Igreja de Santa Teresa - Salvador BA

Vea también Iglesias en Salvador de Bahía.

Historia del Convento e Iglesia de Santa Teresa en Salvador de Bahía.

El Museo de Arte Sacro de la Universidad Federal de Bahía tiene su sede en dicho convento. La iglesia y el convento de Santa Teresa fueron el resultado de la reforma disciplinar de la orden carmelita llevada a cabo por san Alberto con la ayuda de santa Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz.

La orden de los Carmelitas Descalzos fue autorizada a establecerse en Bahía, en el lugar llamado Preguiça, en 1665. El primer grupo de monjes, procedentes de la provincia fundada en Angola, construyó un hospicio de madera. Este grupo estaba formado por los frailes fray Manoel de Santo Alberto, fray Jerônimo de Santo Alberto, fray João das Chagas, y los hermanos laicos fray Francisco da Trindade y fray Antônio da Apresentação, bajo el priorato de fray Joseph do Espírito Santo.

Las instalaciones de madera del hospicio sirvieron de alojamiento temporal a los religiosos durante nueve años, ya que aún no tenían licencia para fundar un convento. No hay una fecha exacta de cuándo el hospicio fue sustituido por el convento definitivo, construido en un terreno más elevado. Documentos de 1680 ya se referían a la construcción, pero indicaban que había pocas limosnas para continuar con las obras.

Sin fundamento ni pruebas, varios autores atribuyen el diseño al arquitecto benedictino fray Macário de São João. Se sabe que algunas piedras, como las de los púlpitos, procedían de Portugal, mientras que la mayoría se obtuvieron localmente. Había una cantera al pie de la ladera de Preguiça y, según algunos autores, los religiosos instalaron allí una grúa para transportar los materiales.

En 1686, con un mayor número de frailes, pudieron trasladarse al nuevo convento. La nueva iglesia, sin embargo, no se terminó hasta finales del siglo XVII y se inauguró en honor de la patrona, Santa Teresa de Ávila, bajo la prioridad de fray Antonio de São José. En esta ocasión, la imagen de Nuestra Señora de la Merced, que hoy se encuentra en la pequeña capilla del crucero de la iglesia, fue trasladada según la descripción de fray Agostinho de Santa Maria. La iglesia y el convento se inauguraron oficialmente el 15 de octubre de 1697.

Gracias a la intensa actividad religiosa de los frailes, la iglesia se enriqueció con valiosos azulejos, pinturas, tallas y utensilios. En la lucha por la independencia, ocho frailes y dos hermanos, todos portugueses, se vieron involucrados con miembros de la comunidad acusados de colaborar con la facción lusitana. En 1836 apenas quedaban restos de los Terésios en Bahía.

La presidencia de la provincia y los religiosos supervivientes acordaron reconvertir el convento, que estaba en decadencia, y crear el Seminario de Bahía en 1837. El convento y la iglesia de Santa Teresa fueron incorporados a la Mitra, tras la extinción de la orden de los Carmelitas Descalzos de Bahía, en virtud de la Ley Provincial del 2 de junio de 1840, sancionada por el presidente de la provincia, Tomás Xavier García d’Almeida.

A pesar de la prohibición imperial de 1855 de admitir seminaristas, el seminario menor acabó instalándose en edificios añadidos al complejo de Santa Teresa en 1858. Las transformaciones fueron realizadas entonces por la Companhia Predial Baiana, bajo el mando del ingeniero francés F. P. Lenoir.

En 1888, la administración del seminario pasó a los Padres Paúles, también conocidos como la Congregación de las Misiones Lazaristas de París, con el Padre Julio José Clavelim como rector. Según Valentín Calderón, durante este periodo el convento de Santa Teresa sufrió modificaciones que alteraron su aspecto arquitectónico al ocultar la estructura original con otras construcciones diversas. Se derribaron muros interiores y se abrieron puertas, lo que descaracterizó el edificio.

En esta serie de intervenciones, algunas obras de arte sufrieron pérdidas significativas, como la retirada del altar mayor original de la iglesia hacia la década de 1890, que fue sustituido por un altar de hormigón que fue demolido durante la reforma del siglo XX realizada por la Universidad de Bahía. En sus inicios, el convento fue ocupado ocasionalmente por diversas organizaciones.

El convento fue sede de la Academia Brasílica dos Renascidos. Durante las luchas por la independencia, en 1823, fue ocupado por el general Inácio Luís Madeira de Mello y las tropas brasileñas. Hacia 1840, albergó la Sociedad de Agricultura, que se instaló allí cuando se creó el seminario. La Sociedad Filomática de Química, antigua «botica», utilizó el seminario a partir de 1849.

Durante el desalojo del seminario, la Facultad de Ciencias Económicas, instalada por el rector Edgar Santos, creador de la Universidad de Bahía, funcionó en los locales del convento. En 1969, cuando se trasladó de la calle 28 de Dezembro al barrio de Canela, la Escuela de Bellas Artes también pasó allí algún tiempo. Poco antes, en 1966, el Museo de Arte de Bahía se instaló temporalmente en el convento.

El rector Edgard Santos fue quien dio el mejor uso a este monumento después de los propios carmelitas. Los objetos de valor de los carmelitas, confiscados por el gobierno provincial por motivos desconocidos, estaban bajo la custodia de la Casa Pia dos Órfãos de São Joaquim y luego pasaron a manos del rector del seminario arzobispal. En 1839, fueron requisados por el presidente de la provincia, Tomás Xavier Garcia, y pasaron a formar parte de los demás bienes que estaban en custodia del tesoro provincial.

Se reservaron algunas piezas para el servicio de la iglesia de Santa Teresa y el resto, de escasa utilidad, se distribuyó entre las parroquias más necesitadas, notificándose el hecho al arzobispo. En 1846 se ordenó que estos bienes pasaran a manos del vicecomisario de Tierra Santa en Salvador, fray Manoel de Maria Santíssima do Rosário, junto con todos los bienes inmuebles, muebles, ganado, imágenes y ornamentos.

Algunas propiedades fueron subastadas y convertidas en pólizas que se incorporaron al patrimonio del seminario junto con otras propiedades. El seminario menor funcionó en el convento de Santa Teresa hasta 1953. Poco después, el 6 de marzo de 1958, se firmó un acuerdo entre la Universidad de Bahía y la Archidiócesis de Salvador. Las negociaciones se prolongaron durante algún tiempo, y en ellas se acordó que la universidad restauraría y preservaría el monumento respetando los espacios protegidos por la legislación patrimonial para su uso con fines culturales y actividades universitarias, y permitiendo los servicios religiosos regulados por el Derecho Canónico.

Las obras, aprobadas por el Iphan, se interrumpieron porque el cardenal Dom Augusto Álvaro da Silva no estaba de acuerdo con la instalación de un centro cultural en el espacio del convento, aunque aprobó la restauración del edificio para la instalación de monjas carmelitas. El Iphan se opuso firmemente a la postura del cardenal y envió a Bahía el programa de utilización del antiguo convento y de la iglesia.

Este programa fue elaborado por un arquitecto anónimo de la Universidad de Bahía en colaboración con Renato Soeiro, de Iphan. Patrimônio encargó a Wladimir Alves de Souza la asesoría y supervisión de las obras. El entonces presidente del IPHAN, Rodrigo de Melo Franco de Andrade, colaboró en el proceso de creación del museo y exigió que las obras fueran supervisadas constantemente por el arquitecto Fernando Leal. Sin embargo, el responsable oficial del seguimiento de las obras acabó siendo Diógenes Rebouças.

El ingeniero Geraldo Câmara, entre otros, fue el responsable de ejecutar las obras. Antes de comenzar, tuvieron que esperar al conservador del Museo Vaticano, Deoclécio Redig de Campos, a petición del rector Edgard Santos, que participaría en la organización de las salas de exposición del futuro Museo de Arte Sacro.

Durante la restauración de los edificios, se eliminaron las dependencias que no estaban catalogadas como patrimonio y se cerró el convento en un solar bien amurallado, incluido el edificio del antiguo seminario menor. Las obras arrojaron algunas revelaciones, como la pintura del antiguo techo del refectorio, que había sido cubierto con un techo nuevo y estaba dañado por la retirada previa de algunas tablas entre las vigas.

También se descubrieron pinturas al óleo en el techo semicircular de la pequeña capilla del pasillo contiguo a la iglesia, así como en el techo de la celda noble, cuya ventana da al presbiterio. Cuando el Museo de Arte Sacro reabrió sus puertas, se produjo un debate sobre la colección que se exhibiría, ya que muchos miembros de la archidiócesis se oponían al préstamo de piezas.

Con motivo de la inauguración del museo, el 10 de agosto de 1959, se expusieron piezas de la colección de la Curia, así como otras que habían sido donadas o prestadas, entre ellas muebles, pinturas y otros objetos del Museo de Évora. En aquella época se celebraba el IV Coloquio Internacional de Estudios Luso-Brasileños, que reunió en Salvador a varios especialistas en historia portuguesa y brasileña.

Creado por el rector Edgard Santos, el fondo inicial del Museo de Arte Sacro estaba compuesto por piezas artísticas propiedad de la Curia, la mayoría procedentes de la demolición de la antigua iglesia de la Sé, destruida en 1933 para dar paso al tranvía. Hasta entonces, estas piezas habían estado almacenadas en la antigua biblioteca jesuita de la catedral.

Durante algunos años, el benedictino e investigador de arte Dom Clemente Maria da Silva-Nigra estuvo al frente del museo. Durante su mandato, se expusieron al público varias piezas de la colección del monasterio de São Bento. Con la restauración del complejo benedictino en 2005, esta colección volvió al monasterio, que creó su propio museo.

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